palabra. Estuve casi cinco horas ininterrumpidas leyendo, y no hubiera parado si no hubiese sido porque una tiene obligaciones. Qué olvidado tenía este placer absoluto. Faltaban dos páginas para el final cuando mi perra decidió que ya había leído bastante y me trajo tres pelotas, un perro lila y un pollo aún en el cascarón para que se las tirara varias veces.
Escribo esta entrada desde la Biblioteca de Catalunya. Es un lugar refugio, en el que me escondo camuflada (hoy soy estantería con libros, la semana pasada fui pared de piedra centenaria) y me dedico a enviar currículums, responder mensajes, buscar información, salir al recreo... vaya, todo lo que se puede hacer en un lugar precioso. He encontrado un punto alto desde donde otear sin ser demasiado vista, con conexión a internet y punto de luz. Podría ser más feliz si además hubiera una fuente de helado de chocolate de la que servirme a voluntad, pero no voy a quejarme. Estar rodeada de libros y personas que no hablan ya es bastante bueno.
He venido después de la tercera primera sesión de radio. Tercera, porque tenía que haber empezado el miércoles pero la máquina se estropeó. Ayer, como había cola por la averia de la víspera sólo me hicieron radiografías y hoy, a pesar de que los informáticos, desde las Chimbambas, han tenido que reiniciar el sistema porque se atascaba mi nombre y la máquina se negaba a funcionar, por fin me han radidado.
Se pasan cinco minutos colocándome en una camilla con mis medidas y luego recibo diez segundos de bombardeo de rayos equis para matar cualquier rastro de bicho que quede en la zona. Algo más sofisticado que el Cucal pero no mucho, porque el sonido que hace al liberar los rayos es parecido al de las pistolas de los marcianos de Mars Attac.
Esta será mi rutina las próximas siete semanas: una sesión diaria a las 8 de la mañana. Y luego, mientras no tenga trabajo, a aprovechar el tiempo en mi escondite o en otros, que no voy a descubrirlos todos no vaya a ser que dejen de serme útiles.
Escribo esta entrada desde la Biblioteca de Catalunya. Es un lugar refugio, en el que me escondo camuflada (hoy soy estantería con libros, la semana pasada fui pared de piedra centenaria) y me dedico a enviar currículums, responder mensajes, buscar información, salir al recreo... vaya, todo lo que se puede hacer en un lugar precioso. He encontrado un punto alto desde donde otear sin ser demasiado vista, con conexión a internet y punto de luz. Podría ser más feliz si además hubiera una fuente de helado de chocolate de la que servirme a voluntad, pero no voy a quejarme. Estar rodeada de libros y personas que no hablan ya es bastante bueno.
He venido después de la tercera primera sesión de radio. Tercera, porque tenía que haber empezado el miércoles pero la máquina se estropeó. Ayer, como había cola por la averia de la víspera sólo me hicieron radiografías y hoy, a pesar de que los informáticos, desde las Chimbambas, han tenido que reiniciar el sistema porque se atascaba mi nombre y la máquina se negaba a funcionar, por fin me han radidado.
Esta será mi rutina las próximas siete semanas: una sesión diaria a las 8 de la mañana. Y luego, mientras no tenga trabajo, a aprovechar el tiempo en mi escondite o en otros, que no voy a descubrirlos todos no vaya a ser que dejen de serme útiles.
4 comentarios:
bueno por el escondrijo! que gusto un lugar tan delicioso no? como te encuentras? te sienta bien (o sea, no mal) la radio?
A riesgo de soltar otra necedad de las mías, a ti siempre se te ha dado bien eso de la radio, y diez segundos ...oye, lo que una cuña publicitaria.
Lo que no acabo de visualizar es cómo funciona la camilla de la foto ¿un poco rara, no?
El escondite, en cambio, tiene muy buena pinta ...y la idea de la fuente de helado tendrías que proponérsela. ¿Quién sabe?
Besazo de chocolate.-
Qué tiempos! no veía esa imagen desde mi época de estudiante, allá por la prehistoria. Mira, no la recordaba tan bonita, fíjate. A mí una que me encanta, pero mucho mucho, es la de l'Ateneu Barcelonés... Qué maravilla! Aunque creo que allí tampoco tienen fuente de chocolate.
La Biblioteca de Catalunya... hace años era difícil entrar.
Como edificio tiene un fallo, y es que para entrar por la entrada principal hay que subir cantidad de escaleras.
El obrón lo hicieron antes de la Guerra y entre 1993-1998.
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