Si quieres saber más sobre el 8 de marzo,

Día de la mujer (trabajadora), sólo tienes que teclear "8 de marzo" o "día de la mujer trabajadora" en cualquier buscador para que la cantidad de información te aturda y decidas apagar el ordenador.
Por eso, este año, paso de añadir más letras al fuego. Ya hay suficiente en la red y fuera de ella y con más calidad de la que pudiera sumar desde este bloc. En cambio, sí me apetece ofrecerte mi reflexión sobre la situación del feminismo hoy en día.

Primero: no me gusta el lema "día de la mujer trabajadora". Ya, ya, conozco el porqué de lo de "trabajadora", pero no me parece justo. Es el día de la mujer, y punto pelota, que diría una amiga. ¿Qué pasa con las que no trabajan, por desgracia o por fortuna? ¿No jugamos a reivindicar los derechos de todas las mujeres? Lo de "trabajadora" sobra, que en todas las familias cuecen habas.

Segundo: El feminismo tiene que dar un vuelco desde el centro del movimiento. O se empieza la revolución desde las propias mujeres, o se seguirá mareando la perdiz durante cien años más, sin mover ni un ápice el fiel de la igualdad, actualmente en zona roja.
Me sorprende, pero no me extraña, la cantidad de directivas jóvenes que se enrocan y huyen como de la peste de la discriminación positiva, del lenguaje no sexista, de la conciliación... Hay mucho que hablar y mucho que abrir y exponer a la crítica.

Tercero: Creo que el feminismo, como otros tantos movimientos de izquierda (sí, de izquierda. La derecha, como máximo, amplía la cocina) adolece de mala comunicación, y más en estos tiempos en que la información va a golpe de bit. Si el qué no cuaja, a lo mejor hay que revisar el cómo.

Cuarto: El feminismo es una oportunidad para hombres, mujeres y mediopensionistas: para crecer como personas, ser más felices y más libres. ¿Se entiende así? ¿Seremos capaces de sumar peras y manzanas?