No puedo estar tanto tiempo sin escribir en este

bloc. Y no porque quiera ganar un premio, o que me lean mucho, o hacer nuevos amiguitos. Tengo que actualizar más a menudo porque este espacio se está convirtiendo en mi memoria. No, no tengo ningún problema de retentiva por ahora (aunque algunas personas que trabajan conmigo crean que si), pero es cierto que cuando paseo por aquí, a salto de enlace, siempre me sorprende alguna de las cosas que he vivido. Supongo que la memoria es sabia y sólo retiene lo que sirve para aprender. O retiene todo pero lo raciona. Ni idea, repasaré las notas de Punset sobre ello. En este bloc, fantasía hay poca. Más bien, lo que abunda es la catarsis, el arranque, el impulso. Bueno, no está tan mal.

A modo de resumen, diré que cambié de trabajo y un mes después no me arrepiento porque me paso el día jugando. Juego a plantear estrategias, juego comunicándome con todo bicho viviente que se cuza en mi IP, juego hasta cuando juego. Me gustaría seguir así hasta que me toque jubilarme. Ya no podrá ser a los 40; qué inocentes son los pensamientos de la adolescencia. Todo apunta a que dejaré el mundo laboral a los 65 pero no me va a importar si sigo teniendo ganas de ir a trabajar cada día, lo que hace tiempo que no me pasaba.

Prometo contarte cosas más interesantes, con menos rollo. Pero o duermo, o filosofo y anoche me atrapó un detective neoyorquino retirado que trata de descubrir quién está jugando con él. O contra él. Cuando termine el libro lo colgaré en Interletraje, como siempre.