martes, 2 de junio de 2020
viernes, 20 de marzo de 2020
Coronavid-19 (HOY ES MI CUMPLE), séptimo día de aislamiento
Que no es porque hoy sea mi cumpleaños o el Día internacional de la felicidad, pero estoy contenta. Quizá no debería porque pintan bastos tanto en lo laboral –nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de la dirección– como por la salud –no sé hasta cuando van a aplazar la operación bariátrica–.
Hala, ya he llegado a los 57. Ya he superado a mi abuela materna. He llegado hasta aquí a fuerza de no morirme, no tiene mérito, aunque prometo desconocer qué pasó entre mis 16 y ahora. O mis 28. O mis 34. Hay fechas que marcan, 57 años no son para tirar cohetes, sinceramente y tampoco es una edad especial. Solo son 57. Si muriera hoy dirían "qué joven, pobre". Pero si unas treintañeras hablan de su familia, yo podría ser una de sus madres. Para cualquier enano de 15 o de 12 soy lo más cercano a una abuela que podrían imaginar paseando por la calle. Y para mis amigas peludas, Coco, Lía y Clooney, soy una más. Por eso las amo.
¡Disfruta del día! no siempre cumplo 57.
(Una semana de confinamiento y estoy más feliz que una perdiz).
Hala, ya he llegado a los 57. Ya he superado a mi abuela materna. He llegado hasta aquí a fuerza de no morirme, no tiene mérito, aunque prometo desconocer qué pasó entre mis 16 y ahora. O mis 28. O mis 34. Hay fechas que marcan, 57 años no son para tirar cohetes, sinceramente y tampoco es una edad especial. Solo son 57. Si muriera hoy dirían "qué joven, pobre". Pero si unas treintañeras hablan de su familia, yo podría ser una de sus madres. Para cualquier enano de 15 o de 12 soy lo más cercano a una abuela que podrían imaginar paseando por la calle. Y para mis amigas peludas, Coco, Lía y Clooney, soy una más. Por eso las amo.
¡Disfruta del día! no siempre cumplo 57.
(Una semana de confinamiento y estoy más feliz que una perdiz).
martes, 17 de marzo de 2020
Coronavid-19: cuarto día de aislamiento
A mi me gusta quedarme en casa. El aislamiento no me representa ningún problema y leyendo chats de whatsapps puedo ver claramente a los amigos, conocidos y saludados que quieren verme a todas horas. Somos gregarios. Bueno, en realidad son gregarias las otras personas, yo menos, mucho menos.
Paseábamos Coco y yo esta mañana y me he cruzado con una mujer con mascarilla que me ha parado para preguntarme dónde estaba el hospital del barrio. Para indicarle mejor le he preguntado a qué parte iba: le han llamado para hacerse la prueba. Se me ha encogido el corazón. Mujer, migrante, caminaba para ahorrar un billete de bus. He vuelto a casa sintiéndome rica y miserable a la vez.
Paseábamos Coco y yo esta mañana y me he cruzado con una mujer con mascarilla que me ha parado para preguntarme dónde estaba el hospital del barrio. Para indicarle mejor le he preguntado a qué parte iba: le han llamado para hacerse la prueba. Se me ha encogido el corazón. Mujer, migrante, caminaba para ahorrar un billete de bus. He vuelto a casa sintiéndome rica y miserable a la vez.
domingo, 15 de marzo de 2020
Estamos confinados en casa casi todos por lo del coronavid19,
pero anoche, paseando a Coco, vi a dos personas envueltas en mantas durmiendo dentro de uno de los pocos bancos que aún permiten la entrada de noche, seguramente porque no tengan instalado un cajero automático en la calle.
Ellos me hicieron pensar —ya, no lo hice antes, soy una humana normal tirando a simple— en la cantidad de personas, que como estas que dormían casi al raso porque no tienen casa donde confinarse, en las mujeres víctimas de violencia de género que no podrán alejarse de su agresor ni para respirar en la calle, en las personas que viven realquiladas en habitaciones minúsculas, a veces solos, a veces una pareja con dos hijos, que quizá no puedan circular por el resto de la vivienda con libertad. Hay tantos casos tremendos que me siento una privilegiada. Vivo en 37 metros cuadrados, pero sola. Tengo luz desde que sale el sol hasta que se pone. Me esperan más de 200 libros en mi ereader, mi conexión a internet es buena y mi perra y mis dos gatas me hacen la vida agradable solo con mirarlas. He podido llenar la nevera, al contrario de tantas personas que deambulan por comedores sociales y para los que un día de fiesta les supone organizarse con tiempo para no quedarse sin comer cuando todo está cerrado.
Por mi parte, trataré de quejarme poco o nada. Y si me quejo, volveré a leer este magnífico artículo de Antonio Maestre, Empatía en la cuarentena, que debe haber pensado lo mismo que yo, aunque seguramente a él no le haya hecho falta sacar a su perro a pasear para pensar en grande.
Ellos me hicieron pensar —ya, no lo hice antes, soy una humana normal tirando a simple— en la cantidad de personas, que como estas que dormían casi al raso porque no tienen casa donde confinarse, en las mujeres víctimas de violencia de género que no podrán alejarse de su agresor ni para respirar en la calle, en las personas que viven realquiladas en habitaciones minúsculas, a veces solos, a veces una pareja con dos hijos, que quizá no puedan circular por el resto de la vivienda con libertad. Hay tantos casos tremendos que me siento una privilegiada. Vivo en 37 metros cuadrados, pero sola. Tengo luz desde que sale el sol hasta que se pone. Me esperan más de 200 libros en mi ereader, mi conexión a internet es buena y mi perra y mis dos gatas me hacen la vida agradable solo con mirarlas. He podido llenar la nevera, al contrario de tantas personas que deambulan por comedores sociales y para los que un día de fiesta les supone organizarse con tiempo para no quedarse sin comer cuando todo está cerrado.
Por mi parte, trataré de quejarme poco o nada. Y si me quejo, volveré a leer este magnífico artículo de Antonio Maestre, Empatía en la cuarentena, que debe haber pensado lo mismo que yo, aunque seguramente a él no le haya hecho falta sacar a su perro a pasear para pensar en grande.
domingo, 9 de febrero de 2020
Tres años con el blog aparcado y ahora trato de arrancarlo,
para explicar un proceso que ya ha empezado. Este blog nació la madrugada que dejé de fumar. En breve me someteré a una cirugía bariátrica para perder alrededor de 40 kilos. La idea es la misma: usar el blog para espantar la angustia de un proceso que no va a ser fácil.
El Clínic es mi hospital de referencia. Allí he asistido a clases de formación sobre la cirugía y lo que comporta y en sus instalaciones me están haciendo todas las pruebas pre-operatorias y alguna extra, como una visita con Hepatología (mata más un donut que un whisky). Si todo va según lo previsto me operarán en marzo, el mes de mi cumpleaños. Los 57 los celebraré como el 1: con papillas y sin cava. Quién algo quiere algo le cuesta y yo quiero recuperar la salud y, por encima de todo, la energía. Apenas me queda un 10% de batería. Soy aún demasiado joven para apagarme.
Para ponerte en situación, mi obesidad me supone llevar a cuestas a un niño de 11 años. Eso es lo que me sobra: un preadolescente al que he ido cebando hasta el punto de ponerme al borde de la diabetes, rozar la hipertensión con demasiada frecuencia, padecer esteatosis hepática, que sería genial si fuera una oca secuestrada por un dos estrellas michelín pero no es el caso y empeoramiento de la super villana artrosis.
En fin, con lo mona que había sido por dentro, ahora estoy de derribo. Mi médica de cabecera, que es un lince, me envió al endocrino y aquí estoy, a punto de someterme a una operación que es sencilla, no conlleva problemas post-operatorios pero me va a obligar a darle la vuelta a mi vida como a un calcetín.
Llevo un año, desde que empezó el proceso, rumiando sobre lo que representa mi nueva vida: orden en todos los sentidos y reordenación de prioridades. Por eso necesito escribirlo, para, como ya hice con el tabaco, recordarme que soy capaz. Porque cuando me pongo soy capaz de casi todo y un poco más.
El Clínic es mi hospital de referencia. Allí he asistido a clases de formación sobre la cirugía y lo que comporta y en sus instalaciones me están haciendo todas las pruebas pre-operatorias y alguna extra, como una visita con Hepatología (mata más un donut que un whisky). Si todo va según lo previsto me operarán en marzo, el mes de mi cumpleaños. Los 57 los celebraré como el 1: con papillas y sin cava. Quién algo quiere algo le cuesta y yo quiero recuperar la salud y, por encima de todo, la energía. Apenas me queda un 10% de batería. Soy aún demasiado joven para apagarme.
Para ponerte en situación, mi obesidad me supone llevar a cuestas a un niño de 11 años. Eso es lo que me sobra: un preadolescente al que he ido cebando hasta el punto de ponerme al borde de la diabetes, rozar la hipertensión con demasiada frecuencia, padecer esteatosis hepática, que sería genial si fuera una oca secuestrada por un dos estrellas michelín pero no es el caso y empeoramiento de la super villana artrosis.
En fin, con lo mona que había sido por dentro, ahora estoy de derribo. Mi médica de cabecera, que es un lince, me envió al endocrino y aquí estoy, a punto de someterme a una operación que es sencilla, no conlleva problemas post-operatorios pero me va a obligar a darle la vuelta a mi vida como a un calcetín.
Llevo un año, desde que empezó el proceso, rumiando sobre lo que representa mi nueva vida: orden en todos los sentidos y reordenación de prioridades. Por eso necesito escribirlo, para, como ya hice con el tabaco, recordarme que soy capaz. Porque cuando me pongo soy capaz de casi todo y un poco más.
miércoles, 8 de noviembre de 2017
Hace dos años a esta hora me sentía
extrañamente en paz. Hace dos años, el 8 de noviembre cayó en domingo. Mi madre había muerto a las siete de la mañana tras una agonía que empezó el jueves por la noche. No sufrió. Me hubiera gustado que muriese en casa pero una última carrera por vencer a la muerte la trasladó del Clínic al Centro hospitalario Pere Virgili y fue una suerte. Cuando la noche del jueves la doctora me dijo que mi madre había traspasado el punto de no retorno le pedí que no sufriera. Ella me dio su palabra y la cumplió.
Mi madre murió sedada, sin consciencia, aunque el ictus que se la llevó ocho años antes ya le había robado su memoria, nuestra memoria, nuestra consciencia.
Ese mismo jueves por la noche se presentó en el hospital Julia, un hada que sabe cuándo tiene que aparecer y se quedó conmigo todo el tiempo. El viernes, al salir del trabajo, vino Tefa y ya no salió hasta el final. El sábado vino Mercé, también a quedarse con nosotras. Aída vino el mismo día de su cumpleaños, porque parece que no esté pero está.
El domingo, cuando mi madre murió, yo estaba dormida. Entonces aún necesitaba orfidal para cerrar los ojos y como me había dejado la medicación en casa estuve despierta desde el jueves, cuando empezamos a morir.
El domingo de madrugada dejé a mi madre con Julia y Tefa y atravesé Barcelona con la moto para buscar mis somníferos. Me tomé una dosis en el hospital, me tumbé en la cama de al lado y caí en un coma profundo. No llevaba ni dos horas durmiendo cuando Julia me despertó. "Amparo, despierta, tu madre ha muerto".
La cuidé desde que era pequeña. Me hice cargo de ella a mis 21, toda mi vida estuve pendiente de que no le faltara nada que estuviera en mi mano y en el momento supremo de la muerte no estuve a la altura. Sigo sin perdonármelo.
El domingo apareció Maite sin pedírselo y se hizo cargo de mi. Silvia estuvo pendiente de mi durante días. Hubieron más personas a mi lado, no recuerdo a todos. Estuve rodeada del cariño de mis amigos, como siempre, y lamento no recordar mejor los días siguientes a la muerte de mi madre. Vivía en una irrealidad permanente. La sentía a mi lado, ya fuera caminando, trabajando, en moto... Hablaba con ella sin parar, le comentaba casi todo lo que vivía, era imposible desvincularme de ella.
Pasaron los meses y poco a poco, mi madre fue ocupando su sitio en mi mundo, al lado, a veces enfrente.
Hoy hace dos años que mi madre murió y no esperaba que mi universo se removiera como lo ha hecho. He sentido la necesidad de contárselo a algunas personas de mi entorno, tanto a amigas como a compañeros de trabajo con los que mantengo una relación algo más estrecha. No lo he hecho para provocar compasión. Contarlo era la forma que he encontrado para gritarle al mundo que mi principio se acabó, que la persona a la que he dedicado mi vida ya no está y que, con 54, sigo llamándola mami.
Te echo de menos.
Mi madre murió sedada, sin consciencia, aunque el ictus que se la llevó ocho años antes ya le había robado su memoria, nuestra memoria, nuestra consciencia.
Ese mismo jueves por la noche se presentó en el hospital Julia, un hada que sabe cuándo tiene que aparecer y se quedó conmigo todo el tiempo. El viernes, al salir del trabajo, vino Tefa y ya no salió hasta el final. El sábado vino Mercé, también a quedarse con nosotras. Aída vino el mismo día de su cumpleaños, porque parece que no esté pero está.
El domingo, cuando mi madre murió, yo estaba dormida. Entonces aún necesitaba orfidal para cerrar los ojos y como me había dejado la medicación en casa estuve despierta desde el jueves, cuando empezamos a morir.
El domingo de madrugada dejé a mi madre con Julia y Tefa y atravesé Barcelona con la moto para buscar mis somníferos. Me tomé una dosis en el hospital, me tumbé en la cama de al lado y caí en un coma profundo. No llevaba ni dos horas durmiendo cuando Julia me despertó. "Amparo, despierta, tu madre ha muerto".
La cuidé desde que era pequeña. Me hice cargo de ella a mis 21, toda mi vida estuve pendiente de que no le faltara nada que estuviera en mi mano y en el momento supremo de la muerte no estuve a la altura. Sigo sin perdonármelo.
El domingo apareció Maite sin pedírselo y se hizo cargo de mi. Silvia estuvo pendiente de mi durante días. Hubieron más personas a mi lado, no recuerdo a todos. Estuve rodeada del cariño de mis amigos, como siempre, y lamento no recordar mejor los días siguientes a la muerte de mi madre. Vivía en una irrealidad permanente. La sentía a mi lado, ya fuera caminando, trabajando, en moto... Hablaba con ella sin parar, le comentaba casi todo lo que vivía, era imposible desvincularme de ella.
Pasaron los meses y poco a poco, mi madre fue ocupando su sitio en mi mundo, al lado, a veces enfrente.
Hoy hace dos años que mi madre murió y no esperaba que mi universo se removiera como lo ha hecho. He sentido la necesidad de contárselo a algunas personas de mi entorno, tanto a amigas como a compañeros de trabajo con los que mantengo una relación algo más estrecha. No lo he hecho para provocar compasión. Contarlo era la forma que he encontrado para gritarle al mundo que mi principio se acabó, que la persona a la que he dedicado mi vida ya no está y que, con 54, sigo llamándola mami.
Te echo de menos.
lunes, 20 de marzo de 2017
Sexo, libertad, magia, luces, música...
y mucho más fue Studio 54. La sucursal de esa disco en Barcelona dejó muy buen recuerdo entre los de mi generación, pero no puedo evitar pensar en la de la Calle 54 oeste de Nueva York siempre que alguien la nombra.
Los visionarios que la crearon, Steve Rubell y Ian Schrager, crearon un templo lúdico sin comparación aún en el resto del mundo. A Studio ibas a ver y a mostrarte, a jugar, a dejarte llevar. Si eras de los afortunados en poder entrar, dejabas en la puerta los prejuicios para zambullirte en el hedonismo más genuino.
El SIDA se llevó a Studio por delante, como a toda la generación que la disfrutó, pero los que sobrevivieron, cuando la recuerdan no pueden evitar que una sonrisa les ilumine la cara. Música disco, drogas, noches que no terminaban al amanecer, excesos de todo tipo... Studio era el templo, el escenario, el lugar donde había que estar.
Todo esto viene a que hoy cumplo 54.
El SIDA se llevó a Studio por delante, como a toda la generación que la disfrutó, pero los que sobrevivieron, cuando la recuerdan no pueden evitar que una sonrisa les ilumine la cara. Música disco, drogas, noches que no terminaban al amanecer, excesos de todo tipo... Studio era el templo, el escenario, el lugar donde había que estar.
Todo esto viene a que hoy cumplo 54.
jueves, 8 de diciembre de 2016
domingo, 27 de noviembre de 2016
Feliz día del Maestro
Google me lo ha chivado: en España, hoy celebramos el día del Maestro.
Los días de sirven para centrar la atención en un asunto concreto, resaltando las bondades de lo que se conmemora y resaltando lo que hay que mejorar en ese asunto.
Todos los mortales civilizados hemos celebrado el viernes pasado el día contra la violencia de género. El próximo 1 de diciembre será el Día de la lucha contra el SIDA en todo el planeta. Los pobres maestros no lo tienen tan fácil: cada país celebra el día del maestro cuando le da la gana, ni en esto somos capaces de ponernos de acuerdo cuando se trata de mostrar respeto por la profesión más importante del mundo.
Los ingenieros, los neurocirujanos y los tenderos también son importantes; los maestros son la base de la civilización, los que cuidan y educan a los terrícolas durante la infancia y la adolescencia, las etapas clave en la construcción de las personas. Los maestros transmiten a los niños mucho más que geografía, mates o naturales; todos los que hemos ido al cole recordamos, diez, treinta, cincuenta años después, a uno o varios maestros que nos influyeron a lo largo de nuestra vida.
Lo que son las cosas, las personas que primero nos van a influir son a los que la sociedad peor trata. La frase "pasa más hambre que un maestro de escuela" era popular hace apenas 60 años, un soplo en la historia de la humanidad. Hemos pasado de regalar una manzana a un maestro a tirársela a la cabeza. Y, por desgracia, de que no importe si la plantilla de maestros está compuesta por malos o buenos profesionales.
Como sociedad, debemos empezar a tratar a los maestros con el respeto que se trata al mejor aliado, tengamos cachorros o no. A la vez, hemos de ser capaces de reformar la enseñanza empezando por instaurar un sistema de selección en el que un maestro, de párvulos o de adolescentes, pase un filtro de selección como el MIR de los médicos para titularse. Hemos de centrarnos en prestigiar la docencia para que sea la elección de los mejores, porque serán los que cimenten una sociedad de personas libres. En resumen, cuando los niños quieran ser maestros por encima de futbolistas o tronistas, estaremos en el camino adecuado.
Feliz día Marcial, Virginia, Pep, Josep Ma., Miquel.
domingo, 30 de octubre de 2016
Pedro Sánchez, no te creo. Ahora dicen que como tu plan es encabezar
la reforma del PSOE no tenías otra opción que entregar tu acta de diputado para evitar las sospechadas represalias del partido si hubieras votado no, un adverbio tan pequeño como poderoso, ante la renovación una temporada más de Mariano 'SíATodoEuropa' Rajoy y su tropa.
Pues sí tenías otra opción, la de los políticos de altura: entregar tu acta de diputado en la primera sesión de investidura, la del jueves, la que ya sabíamos que Mariano iba a perder. Si hubieras hecho esto en vez de la pamema de votar que no el jueves con la boca más grande que pudiste y luego emplazar a los periodistas al sábado, envolviendo tus declaraciones con misterio --ante la pregunta de la prensa '¿qué votará el sábado?' respondías con un oscuro y sonriente 'el sábado lo sabréis'-- quizá muchos socialistas empezaríamos a verte con otros ojos.
Pero no, porque en el mundo en el que te mueves lo imprescindible es dar titulares. Maldita la hora en el que el marketing malentendido entró en los partidos.
Alguien te asesoró y decidiste brindar un gran mutis. Ya se ha filtrado que volverás a hacer la gira para captar militantes con tu coche (me resulta gracioso que subrayen que vas en tu coche, como si fuera una heroicidad. Qué alejados de mi mundo están los que lo comentan sorprendidos y admirados). A la espera del próximo congreso, establecerás alianzas basadas en el famoso no es no que, o mucho me equivoco, o en tu caso te ha convertido en una estrella de un solo éxito, lo que en música sería un one hit wonder.
Crees tener a Cataluña en tu bando pero ahí te equivocas porque el PSC no se va a casar con cualquiera, que te lo cuente Josep Borrell. También es cierto que en Cataluña olemos a azufre porque la intención de voto podemita está subiendo hasta colocar a En Comú podem como primera fuerza.
¿Qué va a pasar ahora? Que el PP hará de las suyas, como siempre, que Podemos va a erigirse como líderes de la oposición de izquierda, que el PSOE va a tener que luchar mucho para superar el estigma de la abstención que ha llevado a la derecha al poder, que volverá a oírse tu nombre cuando se acerque el congreso de tu partido y que, o mucho me equivoco, o Madina te ganará por mano. Y si no es Madina será cualquier otro. Cuando se celebre ese famoso Congreso todo lo que ha pasado ahora estará tan lejos en el tiempo como la última temporada de Gran Hermano.
Actualización julio 2018: para darme un trofeo como analista política, vamos.
Pues sí tenías otra opción, la de los políticos de altura: entregar tu acta de diputado en la primera sesión de investidura, la del jueves, la que ya sabíamos que Mariano iba a perder. Si hubieras hecho esto en vez de la pamema de votar que no el jueves con la boca más grande que pudiste y luego emplazar a los periodistas al sábado, envolviendo tus declaraciones con misterio --ante la pregunta de la prensa '¿qué votará el sábado?' respondías con un oscuro y sonriente 'el sábado lo sabréis'-- quizá muchos socialistas empezaríamos a verte con otros ojos.
Pero no, porque en el mundo en el que te mueves lo imprescindible es dar titulares. Maldita la hora en el que el marketing malentendido entró en los partidos.
Alguien te asesoró y decidiste brindar un gran mutis. Ya se ha filtrado que volverás a hacer la gira para captar militantes con tu coche (me resulta gracioso que subrayen que vas en tu coche, como si fuera una heroicidad. Qué alejados de mi mundo están los que lo comentan sorprendidos y admirados). A la espera del próximo congreso, establecerás alianzas basadas en el famoso no es no que, o mucho me equivoco, o en tu caso te ha convertido en una estrella de un solo éxito, lo que en música sería un one hit wonder.
Crees tener a Cataluña en tu bando pero ahí te equivocas porque el PSC no se va a casar con cualquiera, que te lo cuente Josep Borrell. También es cierto que en Cataluña olemos a azufre porque la intención de voto podemita está subiendo hasta colocar a En Comú podem como primera fuerza.
¿Qué va a pasar ahora? Que el PP hará de las suyas, como siempre, que Podemos va a erigirse como líderes de la oposición de izquierda, que el PSOE va a tener que luchar mucho para superar el estigma de la abstención que ha llevado a la derecha al poder, que volverá a oírse tu nombre cuando se acerque el congreso de tu partido y que, o mucho me equivoco, o Madina te ganará por mano. Y si no es Madina será cualquier otro. Cuando se celebre ese famoso Congreso todo lo que ha pasado ahora estará tan lejos en el tiempo como la última temporada de Gran Hermano.
Actualización julio 2018: para darme un trofeo como analista política, vamos.
jueves, 15 de septiembre de 2016
LinkedIn banalizado
En apenas catorce años, LinkedIn, una red que nació para para poner en contacto empresas y talento, ha sucumbido a la epidemia de gatitos y memes sin substancia.
De un tiempo a esta parte, quizá un par de años, aunque LinkedIn siga siendo una herramienta útil para Recursos humanos, la banalidad de otras redes ha atrapado la red profesional que tanto nos gustaba a algunos. Alguien debió explicar "hay que mantener vivo el perfil de LinkedIn" pero olvidó acabar la frase con un "publicando información interesante". Es apenas quince días me he topado con las dos fotos que muestro en esta entrada. Es como llevarse el gintónic y las pantuflas con forma de patas de dinosaurio a la oficina.
En fin, ya podemos decir que hay un antes y un después en Linkedin y la inflexión la marcan los gatitos, como en cualquier otra red social, que ya no profesional. Habrá que ir pensando en el próximo destino.
De un tiempo a esta parte, quizá un par de años, aunque LinkedIn siga siendo una herramienta útil para Recursos humanos, la banalidad de otras redes ha atrapado la red profesional que tanto nos gustaba a algunos. Alguien debió explicar "hay que mantener vivo el perfil de LinkedIn" pero olvidó acabar la frase con un "publicando información interesante". Es apenas quince días me he topado con las dos fotos que muestro en esta entrada. Es como llevarse el gintónic y las pantuflas con forma de patas de dinosaurio a la oficina.
En fin, ya podemos decir que hay un antes y un después en Linkedin y la inflexión la marcan los gatitos, como en cualquier otra red social, que ya no profesional. Habrá que ir pensando en el próximo destino.
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