domingo, 1 de octubre de 2006

Recuerdo la primera vez que voté. Tenía 19 años

y desde entonces, un 28 de octubre de 1982, he votado socialista en todos los comicios, estatales, autonómicos y municipales, casi siempre convencida, alguna vez ayudada por la fe. Recuerdo que viví aquella jornada con energía y con el sentimiento de que nos estábamos jugando algo importante en el futuro. ¿El qué? Ni idea, confiaba en mi instinto. Entonces, aunque me interesaba la organización social, no tenía referentes políticos. Tampoco en mi casa se hablaba demasiado del asunto. Mi padre nos explicaba que durante la Guerra Civil fue fiel a la República luchando con las Brigadas Internacionales, que los facinerosos eran los militares que se levantaron contra el gobierno legalmente constituido y poca cosa más. Entre lo poco que nos explicaba también recuerdo su insistencia en lo importante que era votar. Decía que en España había muerto mucha gente por defender ese derecho y debíamos corresponder a su valor, porque no teníamos ni idea de lo que cuesta recuperar la libertad. Era un padre desastroso, pero un excelente orador. Hace 24 años, mientras trabajaba en el taller, mi padre me preguntó a quién iba a votar y respondí que al PSOE; me pidió que lo razonase y respondí "porqué este país necesita una revolución". "¿La revolución?", mi padre me miró, sonriendo de oreja a oreja, y siguió trabajando. Recuerdo que mantuvo la sonrisa durante un rato largo.
Hoy domingo, 1 de octubre, celebramos que hace 75 años las españolas tenemos derecho a votar.

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