mi madre, me deseó "salud y dinero, porque amor ya tiene". Esta mujer, que lleva en nuestras vidas desde abril sin desfallecer, ha tenido la oportunidad de observar mi cotidianidad de cerca y, mucho más sagaz que yo, se ha dado cuenta de que si de algo estoy rodeada es de amor.
Antes del estornudo pensaba dedicar esta Nochevieja a bailar sobre el cadáver de 2009, uno de los años más duros de mi vida. Pero cuando Eli me soltó ese extraño "jesús" fue como si el gong de la Rank sonase en mi cabeza. A pesar del cáncer, de la debacle económica, de pachucheces varias, de apuestas fallidas y de sentirme, la mayor parte del tiempo, en un túnel sin atisbo de salida, 2009 ha sido un año excelente gracias a la generosidad de mis amigas y de mis amigos, tan abrumadora que me siento la persona más afortunada del mundo.
Si hago un repaso rápido es cierto que no he tenido un principio de siglo fácil, ni en lo personal ni en lo profesional, pero junto al recuerdo de cada desastre siempre hay una amiga, un amigo cuidándome, este año que acaba, aún más si cabe. Todas y todos a mi lado, haciendo piña, ayudándome a aguantar el huracán, atendiendo a todas mis peticiones; reconozcámoslo ya, este año he estado pesadita.
Además de a mi gente tengo que dar las gracias a medio planeta: vecinos y vecinas de mi edificio y de mi barrio que han estado ahí cuando les necesitaba, comprensivos, discretos. Amigos de amigos de amigos que me han agarrado justo a tiempo de impedir que me atrapase el ciclón. En vez de preguntarme porqué recibo tanto, lo acepto y espero poder corresponder en algún momento.
Deseo que 2010 me traiga el mismo amor y que tú y yo sigamos compartiéndolo.