lunes, 23 de enero de 2006

Dejar de fumar engorda

viene a decir de forma resumida el artículo de la Fundación Eroski. Yo soy la prueba palpable, por si alguien lo duda aún. No puedo escribir mucho porque tengo que preparar unos canelones para mi mami. Se ha pasado el día en urgencias de Cruz Roja y no le han dado de comer, así que la he entretenido con un café con leche y unas galletas pero ahora ya empieza a rugir. Y como la tengo sentada a mi espalda, mejor no me la juego y le gratino lo que quiera, osea, unos canelones.

viernes, 20 de enero de 2006

Sorpresa

Ya, la página parece otra porque he cambiado el colorín, pero es que ya estaba cansada de los circulines. Por cierto, en Mac se ve fatal y algún navegador ni lo pilla. En otro orden de cosas, rebasados los siete meses y medio sigo con mono. Esta semana ha sido fatal y horrorosa, pero de tortura china por culpa de una campaña que me ha dao malvivir, y he tenido unas ganas de fumar tremendas. Espero que la semana próxima, cuando los pollos dejen de crecer, el mono se calme y me deje en paz unos días. He pensado (estoy pensando ahora) que voy a usar más la fuente de agua. Por cierto, qué sueño tengo. Y lo malo es que es viernes y he quedado. Voy a ducharme, a ver si me despejo. Estoy segura que cuando esté en el restaurante me animaré. Bueno, eso espero. Quiero ser mujer objeto y que un chati, o varios, me ingresen pasta cada mes a cambio del placer de disfrutar de mi compañía, y hasta aquí puedo leer. Quiero vivir como una reina, no volver a trabajar nunca jamás y dejar de pelearme con el mundo por culpa de anuncios que me importan un Bledo (con B mayúscula de Bledo.) Igual si duermo lo suficiente cambiaré de opinión.

lunes, 16 de enero de 2006

No son humanas

Digan lo que digan sus carnets de socias del gimnasio, mis compañeras de gimnasia acuática son cyborgs de acero inoxidable o algo por el estilo. Son ocho y menos una, que dice tener mi edad pero le falta una sesión de chapa y pintura, el resto tiene como mínimo cincuenta y tantos. Bien, pues todas nadan como Willy recién liberado, vamos, que se las pelan de lado a lada de la pisci ¡y sin hacer pie! Iba a añadir, "que ahí está la gracia", pero en estas dos semanas aún no se la he descubierto. Dos días a la semana, empezamos a las 8 de la mañana sumergiéndonos en una piscina de agua no muy caliente. Con el frio que pela, llega la seño (Montse) y empieza a zarandearnos verbalmente. Y ¡hala!, el resto de la media hora no paramos de ir de aquí para allá, ahora con bracitos, ahora con piernecitas, ahora con una combinacion de extremidades que lástima de no haberme reencarnado en pulpo. Voy a terminar como el Mike Thysson, y si no ¡al tiempo!
Bueno, pero lo mejor son ellas. Está Lola, la capitana de la selección de waterpolo, que debe estar en la cincuentena rebasada y en pleno enero está más morena de lo que yo lo estaré en todos mis veranos futuros. Dolors, alma de pescadera y corazón de Induráin, que no para ni de moverse ni de hablar. Y luego, Dolores, setenta años confesados y el angelito se hace toda la clase del tirón. Digo ésto porque una servidora ha tenido que resoplar apoyada en el borde de la piscina un par de veces, mientras ellas, las cyborgs, me deban ánimos: "¡na, mujé, qués mu temprano, 'ija!". Pues ellas deben ir con la hora de Melbourne, porque no relajaban el ritmo ni por asomo. Claro que en todos los grupos hay una excepción, y en éste es la otra que nació en el 63 (dice ella, pero no me creo nada.) Se queja desde que entra en el agua hasta que sale de la piscina. "Qué frío", "qué dolor" (en eso la entiendo), "qué cansada" (en eso también, la verdad.) ¡Cómó le gusta quejarse en voz alta! Si tiene pareja, a estas alturas debe estar en la legión extranjera y borrando las pistas que delaten su posición. ¡Qué pesada!
La seño es estupenda, claro que ella no tiene que mantener una posición más o menos digna dentro del agua a ritmo "devuélvemelavidaquemelasquitao". Y lo peor, además de ser la pequeña del grupo, soy el hazmerreír. El jueves pasado la seño nos indicó un ejercicio (fruto de una mente maligna, por cierto) y me fui al fondo, pero eso, nada. Lo malo vino cuando, al sintetizar lo ridículo de mi situación, me puse a reir mientras me hundía. Joder, se me pasó la risa de golpe. Cuando saqué la cabeza estaba la pandilla Cocoon mirándome ¡y riendo! pero ellas sin hundirse. Menos mal que, al menos, Dolores, la septuagenaria, me cuida. Al salir del gimnasio, tras ver el lío que me hice con el torniquete y las asas de la mochila, amablemente me aguantó la puerta y logré abandonar el recinto sin más percances.

miércoles, 11 de enero de 2006

Hay que tener mucho talento


para crear un chiste como éste. Y también se necesita para animar la bandeja de entrada de los amigos, como hace Pitu casi cada día, con mensajes optimistas y con mucho sentido del humor. ¡Y es que algunos tenemos suerte! ;-)

lunes, 9 de enero de 2006

Buen principio de año

Principalmente, porque hoy peso un kilo y setecientos gramos menos que hace una semana. El 2 de enero terminé de comer cosas ricas y empecé a engullir comida sana y eso. Un aburrimiento que da sus frutos. Sigo estando inconmesurable, pero casi dos kilos más cerca de Claudia Schiffer, por poner un ejemplo de fácil comprensión. Para olvidarme del hambre, esta tarde me he comprado dos pares de botas. Unas cortas, negras y superideales y otras altas, verdes y algo experimentales. Igual me sale un pelín caro dejar de comer. No sé cómo lo hago, pero no hay forma de ahorrar en esta casa... Respecto al humo, esta mañana me hubiera liado a caladas, algo que no me paso la noche de fin de año, ni tampoco la de Reyes, cuando cené con tres chimeneas. Y sospecho con una sonrisa que una de las chimeneas (San Xavi, ¡quién si no!) se contuvo y no fumó todo lo que quería, igual porque me senté a su lado. Ah, otra cosa buena: Llantiol es un café-teatro "sin humo". Hace siete meses y una semana me hubiera hecho el hara-kiri al acabar la función, pero ahora me alegro. Francamente, a mi me ayuda que no haya fumadores alrededor. Y no soy la única: una compañera de trabajo, que fuma como una desesperada, hoy ha confesado que está de peor humor que antes (la verdad, es que apenas se le nota; sigue siendo un encanto) pero que la ley anti-humo la está ayudando a rebajar el consumo de forma drástica: de casi dos paquetes a diez cigarrillos al día. Mientras unas dejan de fumar poco a poco, los estanqueros se rasgan las vestiduras porque venden menos, y ésto sólo es el principio. No es por molestar, pero ¿ese gremio no imaginaba lo que iba a pasar hace un año? Quiero decir que han tenido tiempo de darle vueltas a la reconversión del sector, ¿no?

lunes, 2 de enero de 2006

Sobrevivimos

Al parecer, ni los Polos se han derretido, ni se ha abierto la falla de San Andrés, ni la estatua de la libertad anda enterrada en arena hasta el cuello. La humanidad (de este lado de aquí) ha sobrevivido al primer día laborable sin tabaco. Y eso es bueno. En mi trabajo, algunas compañeras bajaban hasta la calle a hacerse un piti, y una de ellas ha comentado que estaba pasando por un momento tenso un par de veces, pero no ha habido suicidios colectivos. Y si los ha habido, ni punto de comparación con los de Nueva York en el 29.
Hoy sería un día excelente para mi si no fuera porque acabo de empezar la dieta. Ni por asomo confesaré el tonelaje al que he llegado en apenas siete meses; sólo apuntaré que empiezo a estar más ancha que alta, o que en caso de escoger boxeo como sistema operativo pertenecería a la categoría de peso welter. A la que cierre el portátil me lanzaré sobre las dos mandarinas que quedan en el frutero, acurrucadas la una contra la otra, porque tengo más hambre que el perro de un maestro de escuela ciego. Y mañana, oh jornada heróica donde las haya, empiezo la gimnasia en aguas profundas. He avisado en el trabajo que si no aparezco a media mañana me hagan el favor de enviar al Samur a mi gimnasio y busquen en el fondo de la piscina, por favor. Ah, casi se me olvida. Hoy hace siete meses que dejé de fumar. He superado los 8.500 cigarrillos no fumados y me he ahorrado más de 1.000 euros (en tabaco, porque como dice el sabio Extrujado, mejor no hacer cuentas de los invertido en comida para aplacar al mono... )