madre y la sumergiría en aceite hirviendo. Después de adiestrarla en el uso de la grúa, enseñarla a bañar a una persona mayor en la cama, tener una conversación sobre la mala fama de las bolivianas como trabajadoras porque algunas son como son y claro, no hay derecho y un montón de cosas más, que he soportado estoicamente porque necesito a alguien que me ayude, va y me dice la palurda que no puede sobrellevar tener que cocinar "a la española", vamos, cocinar algo más allá de un potaje diario de arroz blanco y cosas cocidas o refritas, que por lo que dice es lo que come ella cada día, como en su país, y su madre cocina en su restaurante.
Tras Gabriela, la mejor que he tenido pero tuvo la mala idea de regresar a Bolivia con su marido en paro y su hijo de tres años (Joan Marc, un morrudo guapísimo) "porque para pasarlo mal aquí, lo paso mal allí y por lo menos estoy con la familia", en tres semanas por mi casa ha pasado una enfermera pizpireta (enfermera como yo neurocirujana) que cogió el trabajo con la esperanza de regatearme el precio de los días festivos al alza. La segunda, una estudiante de sociología que a los dos días descubrió que no quería trabajar con ancianos y ésta, que logró engañarme haciéndome creer que su cabeza era algo más que el soporte de la pinza para el moño.
Total, si la pregunta és por qué no paso de esta chusma y contrato una empresa de atención domiciliaria la respuesta es porque cobran entre 12 y 20 euros la hora. Cuatro horas diarias, 6 días a la semana, haz cuentas.
Menos mal que la "oficina" de colocación de Cáritas, con Coro a la cabeza, funciona de maravilla. Vamos, que ya nos tuteamos esta santa mujer y yo. Hoy le he dicho que estaba harta y ella me ha respondido que ídem. Yo, con mi autoestima habitual, pensaba que el problema era mío y resulta que no, que hay una horda de lerdas entrando y saliendo de nuestros hogares que da miedito. La mujer que se encarga de buscarle trabajo a las inmigrantes sin papeles me decía que no entendía la falta de seriedad en general, con el poco trabajo que había ahora.
Yo soy una excelente profesional, cuento con un conocimiento en gestión, producción y cultura de empresa muy sólido, encima soy altamente creativa, y no me refiero a escribir chascarrillos, sino a aportar soluciones allá donde voy y a tener una actitud proactiva e incluso padezco un cierto exceso de corporatividad si se da el caso. Pues, manda cojones, estoy en el puto paro.
Igual debería empezar a comportarme en los trabajos como estas gilipollas, a ver si tengo más suerte.
Qué cabreo llevo, por el amor de Yoda.