lunes, 23 de agosto de 2010

Como mi nombre estaba a punto de ser la

segunda acepción de sedentarismo, decidí a puntarme a un gimnasio, aún no hace un mes. Durante las vacaciones he estado tonteando con las máquinas de cardio, aprovechando los chorritos de la zona de jacuzzis y tomando el sol, en resumen, haciendo el idiota en chándal.

Y hoy, que ha sido mi primer día de trabajo, he pensado que era buena idea iniciarme en los misterios del aqua extrem, "entrenamiento de alta intensidad" y una de las "sesiones acuáticas más extremas". Vamos, que me he pasado la mañana convencida de que iba a entrenar con Chuck Norris.

Al llegar a la pileta me he encontrado con una mujer que casi me doblaba la edad (¡que ya es edad!) y me he dictado una orden mental: "No volver a hacer caso de la publicidad del gimnasio". Y como soy un poco sobradita, he mantenido el ejercicio txunda-txunda dentro del agua al ritmo que marcaba la monitora, ni un "venga-venga" menos. Ahora, ya en casita, me duele todo el cuerpo. El miércoles tengo nueva sesión y si coincido con la ancianita, que ha terminado la clase como una rosa, le preguntaré si tiene algún sobrino que se llame Chuck.

3 comentarios:

Majo dijo...

Eres única para hacerme reir. Lo centas todo tan bien...
Si te sirve de algo, yo también he vuelto al gimnasio este mes (desde agosto pasado).
Un, dos, un, dos...
¡Ánimo!! y besadetes =;-D

Laura Abella dijo...

¡Las ancianitas son peligrosas!

Carmen Sereno dijo...

Bien por ti! Mens sana in corpore sano! Los ejercicios acuáticos son el monopolio de la tercera edad por excelencia y no veas la caña que se dan, no hay quien compita con ellos!!!!