lunes, 11 de julio de 2005

Enfilando el segundo mes

Trabajar, comer y dormir. Sólo tengo tiempo para pensar en estas tres cosas. Estoy metida en un trabajo tan estresante que si aún fumara no bajaría de los tres paquetes diarios. ¡Soy la bomba! A lo máximo que he llegado ha sido a aspirar con cierta fruición el humo despistado de algún malborillo ajeno, pero eso no es pecado, y si lo és, será venial.
Estoy pensando seriamente en convertirme en una "ex" chuga. Amargarles la vida a los fumadores, reivindicar los derechos de los pasivos, reclamar un espacio sin humo en los restaurantes a los que vaya, toser con impertinencia cuando alguien encienda un cigarrillo cerca de mi... no se, lo normal que hacen algunos no fumadores, principalmente por diversión. No se, voy a madurarlo un poco más. De momento, constato que paso bastantes momentos sin recordar que fumaba, y eso es positivo. También es cierto que, de vez en cuando y no todos los días, me salta el piloto automático y me asaltan las ganas de fumar, pero me duran diez segundos. Cuando el ansia excede de ese tiempo le digo a quien tenga delante "qué ganas tengo de fumar ahora mismo" y la respuesta de mi interlocutor siempre es positiva y de refuerzo para que no lo haga. Lo que oculto, y lo confieso, son las pocas veces en que, olvidando dónde y con quién estaba, me he concentrado en evitar matar esa colilla, sacar ese cigarrillo de ese paquete ajeno, darle una calada a ese piti (...si sólo será una... ) Lo dicho, soy la bomba.
Cosas buenas: mi aliento matutino ya no se confunde con el de un dragón.
Peso: Tras el pánico inicial, calculo que he aumentado unos cuatro kilos, nada irreparable. (Vas listo si piensas que pondré mi peso por escrito.)

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