Desde que el Predictor dio positivo, Aida y yo apostamos por que sería un chico. DiegoJavier le llamábamos. Diego por parte de madre, ella, y Javier por parte de tía, la que suscribe. Julia se resistía al principio y poco después no nos hacía ni caso, segura de que el nombre lo iba a escoger Kenia, su hija mayor y sería, como mínimo, exótico.
Ahora Kenia ya no es la hija mayor y puede seguir disfrutando un poco más de sus tres años y medio. Continuará siendo la reina de la casa y la princesa de los alrededores, y sus madres le irán contando, a medida que ella pregunte, que una vez estuvo a punto de tener un hermano o una hermana. Y que esa criatura, que las marcará el resto de su vida, no llegó a nacer, quizá porque era un ser perfecto al que le faltaba un pequeño paseo para regresar a la luz absoluta.

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