Trabajar diez horas diarias, fines de semana incluidos, y
poder decir que me lo paso bomba es un privilegio. No tengo tiempo para casi nada que no sea planificar, coordinar, resolver y morirme de risa con humanos que preguntan a qué hora cierra internet, por poner un ejemplo. Disfruto de un equipo magnífico (Varinia, Joan, Teo), que está dejándose la piel para que todo cuadre en el Universo. Y también disfruto de una compañera que --santa paciencia-- me despierta todos los días a las 7 de la mañana para espabilarme por teléfono y otra que me cuadra el presupuesto (una heroína). De un ángel de la guardia en forma de ancianita venerable que lo ve todo y vela por todos. Y dos jefes, uno de barba blanca y otra de pelo rubio, que hacen que me sienta parte de un todo.
El día 18 termina mi contrato. El 21 sin falta iré a ver al señor del INEM, que a este paso debe pensar que me he enamorado de él y no se cómo decírselo de tan a menudo que me acerco a su oficina últimamente. Habrán sido un par de meses espectaculares, sobre todo desde mediados de junio. Adrenalina en vena.
Vídeo cortesía de María Eugenia Manrique, artista plástica universal, o así.
1 comentario:
Me alegro que te lo estes pasando bien en tu trabajo. Lástima que por lo que comentas, se acaba pronto...
Besitos!!!
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