domingo, 12 de septiembre de 2010

Domingo, diez y pico de la mañana, un café con leche y prensa

digital en la pantalla de mi ordenador. La suscripcion por correo electrónico a El País no llega con regularidad así que entro en la web para leer a salto de mata, sin rumbo previsto. Pam. Un banner me propone que vote para ganar un coche. A pesar de que estas máquinas no me interesan demasiado, me quedo clavada en el anuncio por el objeto de la votación "¿Es Rajoy la Solución de España?" (sic).
Se me ocurren otras preguntas. ¿Por qué la ese de solución está en mayúsculas? ¿Tan mal estamos que no nos tomamos en serio la política?

Puedo pasar sin un coche, aún más sin un Audi. Pero no puedo prescindir de la política. Si mi pensión de jubilación me dará para pipas o para un viajecito por provincias cada dos meses lo deciden los políticos que escojemos. O como accedo a un tratamiento médico excelente si estoy en paro y me diagnostican un cáncer, por poner un par de ejemplos.

Ni el político del anuncio ni su partido cuentan con mi confianza o con mi simpatía pero el objeto del reclamo, sea malo o peor, es lo de menos. Lo que cuenta es que un equipo de márqueting, sabiendo o debiendo saber la importancia de la persuasión, ha utilizado a un representante de media España para vender algo. En política no todo vale, y en publicidad tampoco.

1 comentario:

Laura Abella dijo...

Wow. Supongo que no viste ayer La Noria (yo sí, yo confieso, que vi La Noria por mi curiosidad insana de ver a Artur Mas allí, que no viene al caso). Pues bien, su encuesta era "¿Que gane Gómez representa el fin de Zapatero?" o una cosa así y te daban 40.000 euros. Preguntas mal planteadas y premios por contestar a ellas dejan a la política a la altura del betún y distraen. Me da ravincha también.
Dixit,