A las 6 menos cuarto de hoy hemos hablado y hemos quedado en que el próximo viernes la sacábamos de casa, aunque fuera en brazos. "No se, no se, estoy muy floja"."Bueno, pesada, ya veremos", me ha dicho. Un beso. Sí, un beso. Y tres horas después me ha llamado Eva llorando. "Amparo, que Javier dice que Marta se ha muerto". Cuando Julia ha logrado meterme en el taxi de su amigo Mariano y media hora después me ha dejado en Sugrañes 22, Javier, el marido de mi amiga estaba en el bar de al lado.Tenía que ir al tanatorio a arreglar los papeles y me ha pedido que hiciera algo. Amparo ha llamado a Sancho Davila, ha suplicado ayuda llorando y un enterrador, una hora después, ha venido a casa de Marta, a arreglar los papeles. Mientras esperaba que vinieran los del tanatorio, entre Amparo y Vicens hemos fregado la sangre del salón, porque ha muerto rápido, pero mal. Vinieron dos ambulancias e intentaron resucitarla, pero se les quedó en las manos. Y luego le he lavado la sangre de la cara y de su cuello con una toalla húmeda, para que el médico la viera presentable. La he besado. Estaba en la cama, fría, pero tanquila. Su marido seguía abajo, en el bar, muy afectado. Ha subido cuando le he llamado para que firmase los papeles del tanatorio.Yo me moría por dentro, pero he hecho lo que hago siempre, enterrar a mis amores. Sólo yo sé lo mucho que he querido a esta niña y me arrepiento tanto de habérselo dicho tan poco. Marta ha sido la única persona del mundo con la que he podido ser yo.
Ahora son las tres de la madrugada y sólo puedo llorar mi rabia. Rabia porque mi hermana no merecía morir a los 42 años por culpa del tabaco y porque me he quedado sola. Antes de que llegaran los del tanatorio y la metieran en la bolsa de plástico, mientras su marido seguia afectadísimo en el bar, entre Vicens y yo le hemos escogido un traje pantalón precioso de color marfil, su ropa interior exquisita, sus zapatos geniales y mañana veremos lo que han hecho con todo. Debería irse como vivió, como una de las mujeres más guapas, más sexis y más sobradas y estupendas de este siglo. No merecía morir como ha muerto, no merecía muchas de las situaciones que le ha tocado vivir. Es cierto que Marta ha sido muy amada y será llorada durante mucho tiempo. Yo la lloraré siempre. Y jamás olvidaré que ha sido el puto cigarrillo lo que la ha llevado a la muerte. Primero, la radio y la quimio. Más adelante, pesando 40 kilos. Esta tarde vomitando sangre y trozos de tráquea y yéndose tras una embolia, y todo por un camel tras otro, una mierda tras una mierda. La mayoría de los que leéis este blog no la conocíais. Marta ha sido una de la mujeres más espléndidas del universo. La venció el cáncer por culpa del cigarrillo. Esta noche me seria más fácil morir que seguir contando cosas. Cuando pase el calentón del entierro será horroroso. Este blog empezó porque Marta me retó a que las dos dejáramos de fumar. Yo dejé el tabaco. Ella me dejó a mi y jamás la perdonaré por ello. Me siento tan sóla, tan mal, me duele todo tanto. Se ha muerto mi hermana, la que siempre me prometió estar ahí, la que decía que siempre podia contar con ella, que mientras ella viviera no me faltaría nada. Marta, la que me protegía de todos y todo, la que era tres meses menos pero ejercía de hermana mayor, la que me abría los ojos a otras realidades. Ahora me falta todo. Sólo puedo llorar. Aún no puedo creerlo.