Los once meses de secano se acercan. En nada habrá pasado un año desde la apuesta "déjalo conmigo". Un año lleno de cosas buenas, de algunas malas y de una terrible. Serán días para ordenar cada recuerdo en su sitio.
La semana pasada postulé para un trabajo del que tampoco se nada. He pensado que si llevo casi veinte años viviendo de la publicidad sin tener ni idea, pasar otros veinte viviendo del marqueting tampoco debería ser tan difícil. El sueldo es de vértigo y el ambiente laboral impersonal del todo, como corresponde a una multinacional, un sitio perfecto para tener lapsus de sociabilidad. En cualquier caso, estoy en el mercado, abierta a todo tipo de ofertas. Mejorar lo que tengo no es muy difícil. Estoy en una empresa simpática pero inestable, que el día menos pensado me da el pasaporte porque mi retribución no corresponde ahora con la tarea que desempeño y, sinceramente, las cosas no están yendo bien. Volveré a enviar currículos a las fundaciones conocidas, a ver si los encargados de personal han cambiado y se los miran con más cariño. Porque no me conocen, pero cualquier fundación o cualquier empresa dedicada a mejorar la vida de las personas tendría una joya conmigo.
2 comentarios:
Mis peores experiencias laborales las he tenido en fundaciones y asociaciones sin ánimo de lucro. Yo que tú no lo haría, forastera.
Un millón de gracias por el aviso.
Si la publicidad no me gusta y el tercer sector me falla, no me queda otra salida que convertirme de una vez por todas en mujer objeto ;-)
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