No hoy, ni mañana, pero un día de estos le pillaré distraído y le daré un mamporro que le dejaré seco. Porque me tiene frita la criatura. Hace unos diítas que visualizo un cigarrillo. Y el enganche gestual que creía superado no lo está aún. También es cierto que paso por un momento un poco tenso: madre accidentada, tareas domésticas que me salen por las orejas, panorama laboral incierto inciertisisimo... Vale, no estoy instalada en Nirvana precisamente, pero ya hace dos meses y medio que lo dejé y aún veo cigarritos. Ah, me olvidaba. El otro día, mientras iba a la farmacia de guardia, me descubrí apartando la mirada del rótulo del estanco, como si temiera cometer un acto pecaminoso. Estoy fatal. Necesito machacar al maldito mono. También necesito dejar de comer, dicho sea de paso.
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