Que les pidas un cigarrillo (empiezan a sonreír) y acto seguido lo desmenuces lentamente. Se ponen serios de golpe y empiezan a pensar en qué momento de la noche te has vuelto imbécil.
Que apagues los cigarrillos a medio fumar que se queman en los ceniceros.
Que, de forma involuntaria, te huelas la ropa después de una noche de tabaco ajeno sin parar.
Hay más. Ya las iré enumerando.
1 comentario:
Todas esas cosas se resumen en una: Lo que no les gusta a los fumadores es el hecho de que dejes de fumar. Si bien es cierto que las crisis agudas (no hacen más que putearte para que vuelvas al tabaco) se les suele pasar a los pocos meses.
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