Porque ella dice que se olvida de todo, pero empiezo a sospechar que es una excusa para que no la mareemos. Que si el mundo supiera todo de lo que es capaz, la pobre estaría peor que el niño de las dos madres antes de que Salomón decidiera que ya había bastante de tanta tontería. Bueno, pues esta tarde en la agencia, mientras decidíamos si ponernos a trabajar o continuar charlando, he empezado a explicar mi trauma con el tabaco a la única persona del mundo que aún no lo había escuchado y pobrecilla, no podía escapar con facilidad. De mi trauma he pasado al libro del Allan Carr (no lo he terminado, pero la crítica que resultará no tiene buen pronóstico... ) y Silvia me ha preguntado si el sistema funcionaba. Le he dicho que me temía que no, porque para mi lo importante para dejar de fumar es el compromiso personal, hacer una apuesta con una misma, más que lo que un terapeuta a distancia y mediante un libro pueda influir. Y ahí ha sido cuando mi Memoria ha dicho que le parecía muy bonito lo de apostar con uno mismo. Y por eso, cuando me he puesto a escribir aquí, recordaba el elogio, pero no el motivo de tal. Bendita Amena, a golpe de sms he podido recuperar qué había dicho que le gustase a Silvia y ¡helo! En esto de dejar adicciones, a cada uno le funciona lo que le funciona. Para mi, dejar de fumar significa saber que puedo mantenerme así, aunque en algunos momentos me apetece tanto que por una calada sería capaz de no volver a a besar a George Clooney. Si no fuera porque el paso del tiempo me envejece, desearía que ya hubiera pasado el año, a ver si el mono me deja por otra u otro.
Fantástico dibujo que me ha enviado Roser para el blog. Real como la vida sin humo misma ;-)
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