bonita. Tienen una pared llena de macetas con geranios, está llena de luz y la recepcionista le tiene miedo al director general. No me extraña, porque el hombre es un poco, ¿cómo lo diría?, estentóreo y un tanto nerviosito. Bueno, no creo que salga nada de la entrevista, pero les gusté. El problema es el dinero, aunque hoy he hecho llegar por canales alternativos que, ya puestos, estoy dispuesta a rebajar cachet. No sé qué tal me puede ir, pero como mínimo volvería a trabajar en una agencia al uso, donde Cuentas tiene el peso que ha de tener, los creativos se atienen a los briefings (cosa que ahorra muchos problemas con el Cliente) y donde el director dirige, que para eso no ha pedido muerte. Bueno, lo que tenga que ser, será. Lo que tengo claro es que el amarillo de mi vida profesional se está destiñendo por momentos.
Me faltan dos días para el año. Lo comento a modo de cuartos, antes de la gran campanada.
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