Por 128 votos a favor, 125 en contra (los senadores del PP en bloque) y 6 abstenciones, el nuevo Estatut de Catalunya ha sido aprobado en el Senado. El 18 de junio, los catalanes seremos convocados en referendum para refrendarlo o rechazarlo. Yo votaré “si”. Sería difícil otra elección, después de todo lo que este estatuto significa para mí. El nuevo texto nos proporciona a los catalanes herramientas suficientes ––sociales, económicas, tecnológicas, culturales y políticas–– para crecer, a la vez que favorece que otros territorios de España avancen con nosotros. Los derechos de las personas, la defensa y promoción de las mujeres, más y mejores competencias en medio ambiente y en educación son los aspectos del nuevo reglamento que más me interesan. Cualquiera de los ejes que acabo de enumerar son de difícil consecución sin un nuevo sistema de financiación más racional, más responsable y más participativo con el resto de España. Esto ha escocido mucho, aunque afortunadamente ya va pasando; otras autonomías se proponen unirse a la fórmula catalana, Andalucía entre ellas.
Respecto a todo el griterío fomentado por algunos, y no sólo del PP, sobre que este estatuto fomenta la secesión de España, que me perdonen todos los que opinan diferente, pero soy incapaz de ver el cisma por más que lo intente. Este texto me deja ser tan catalana como española, sin obligarme a escoger en que sentimiento me significo primero. Y si bajo la derecha de CiU jamás pedí disculpas por no ser suficientemente catalana aunque bastantes veces me lo exigieran, ––mi padre y yo somos barceloneses, mi madre madrileña, mi hermano cordobés y si sigo con tíos, abuelas y demás ya abarcamos Aragón, Castilla-León… –– no será ahora, rebasada la juventud, que deba justificarme por no ser lo bastante española. Estoy convencida de que el Estatut, si el resultado del referéndum es “sí”, será positivo para toda España. Y también auguro que dentro de otros treinta años, una nueva generación necesitará y podrá cambiar este estatuto que tanto nos está costando, porque la vida habrá avanzado y algunas situaciones que hoy no somos capaces de prever necesitarán ser reguladas. Igual que estamos haciendo nosotros ahora con el texto de 1979. Tan simple como esto, pero con menos ruido, por favor.
Dejando a un lado la política-ficción, confío en que el domingo 18 de junio, la mayoría de los socialistas y la izquierda de CAtalunya en general salgamos de casa, vayamos a votar y, espero que muchos, podamos celebrar el nuevo estatuto con un vermú en cualquier terraza del barrio. En todo caso, nos vamos llamando y quedamos.
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