martes, 23 de mayo de 2006
Hoy casi mato a una anciana
en la piscina. Es de un tipo muy característico de mujer: ha debido llevar una vida llena de agitación, excursiones al monte y abdominales por placer, y ahora, cerca o rebasados los 70, aún presume de forma física y resulta muy pesada. Como yo no soy de presumir y siempre exagero mis defectos (una mina para un sicólogo), desde el principio me trata con cierta conmiseración. Lleva las cejas pintadas (con rotring debe ser, porque ni en el agua se despinta) y bañadores con espalda de nadador y estampados de comando. Total, que me ha tocado hacer un ejercicio con ella (una cosa con palos y gomaespuma y mucho ritmo) y a la mitad se ahogaba. Vamos, que se ha pasado cinco minutos asida al borde de la pisci, jadeando. ¡Pero que conste que ha empezado ella! Yo, por consideración a su edad, he empezado suave. Entonces, y sin el más mínimo sentido de equipo, ha empezado a subir el ritmo, yendo a la suya. Por mi parte, no he tenido más remedio que hacer lo mismo, pero con 30 años menos. Porfavorseñor, no me dejes llegar a su edad sin saber cual es mi sitio y mi condición. Antes prefiero el final de "Bailad, bailad, malditos".
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