lunes, 19 de marzo de 2007

Debo ser la única persona que conoco que no quiere que

la llamen "joven", ni ser "joven", ni parecer "joven". Cuando empecé a dejar el tabaco me tenían frita los y las fundamentalistas libres de humo. Poco a poco, y siempre dentro de un orden, he ido entendiendo a algunos. A otros sigo enviándoles a freír espárragos. Vale, pues ahora me encuentro con cierta frecuencia a otros fundamentalistas, ciertos hombres pero sobre todo a mujeres que cuando digo mi edad (a partir de mañana 44 añazos), se apresuran a decir "ah, eres joven" y cuando les contesto que joven lo será ella, o él, oye, ¡se escandalizan! Claro, yo alucino porque, como abducidos por la misma nave, todos recitan una oración similar ¡y sin conocerse entre ellos!: "pues yo sí soy joven, estoy muy bien, me siento muy joven". Creo que intentan neutralizar mi negación, no vaya a ser que les salpique, se les caigan los lazos de las trenzas y ¡zas! de pronto sean personas maduras normales y corrientes. Dependiendo del día que tenga les dejo vivir en la ilusión o insisto que a partir de los 26 ó 28 ya no es es joven, sino ridículo por la insistencia. Y aprovecho para reivindicar que estoy encantada de tener la edad que tengo, de parecer que tengo la edad que tengo y de que no volvería a los veinte ni loca. Estas personas se extrañan de tener delante a una trucha vital, pero es que no puedo evitarlo. Dejando el marketing a un lado, ¿qué beneficios extraordinarios tiene ser joven para negar con insistencia otras etapas de la vida? Se me ocurre que aún le pasas desapercibida a la ley de la gravedad y la piel de brazos y muslos todavía no se han independizado y se mueven al ritmo que les marcas, vale. Además de ciertas bondades físicas, ¿qué más hay que nos haga desear no pasar nunca de los veinte? ¿Por qué esa obcecación? ¿Miedo? Seguramente, pero no me sirve. Ya sé que soy rarita, pero a mi me gustan los hombres de mi edad y también de un poco más. Me gusta que tengan arrugas alrededor de esos ojos que te miran dentro. Me gusta una cierta despreocupación abdominal acompañada de una sonrisa indulgente, consigo mismo y conmigo. Me gusta que me expliquen, que me sorprendan, que me faciliten el intercambio. Hombres aparte (la primavera, que no perdona) quiero cada minuto que he vivido. Claro que cambiaría muchas situaciones, muchas decisiones, pero todo lo que me ha pasado o no me ha pasado hasta ahora me ha llevado ser como soy y por ello a conocer y a conservar a mi lado desde hace muchos años a la mayoría de amigas y amigos con los que cenaré mañana, con la excusa de mi cumpleaños. Otros son más recientes, pero igualmente importantes para mi. Una vez al año me concedo el lujo de reunir a algunas de las personas excelentes con las que comparto universo cotidiano, a las que quiero, que me quieren. En amigos soy una privilegiada. Eso sí hace que me sienta orgullosa. Ser joven no; lo fui para llegar hasta aquí. El hoy me llevará a ser una ancianita venerable que, espero y deseo, sonría cuando mire atrás. Que a nadie se le ocurra quitarme ni un segundo de mis aún hoy 43 años, con lo que me han costado. Soy una mujer madura por fin, y me gusta.

Inmejorables noticias:
ya tengo plaza de garaje. Si todo cuadra en el Universo, estrenaré mi moto el 2 de abril. Soy la bomba haciéndome regalos de cumpleaños. Bueno, me lo merezco, que han sido dos años muy duros.

3 comentarios:

Eva dijo...

Ya conoces a otra a quien no le gusta eso de pareces más joven y que está por felicitarte el cumpleaños con un pregón desde plaza catalunya hasta pau claris.

Anónimo dijo...

Madura y maravillosa.
Feliz cumpleaños de nuevo ;-)

Silvia.

Amparo dijo...

Maravillosa porque estoy rodeada de hadas, duendes, princesas y caballeros de brillante armadura. La verdad es que tengo mucha suerte.