sábado, 24 de noviembre de 2007

"El Francisco Candel tiene amigos. Amigos del barrio


que fueron a la escuela cuando niños, con él. Amigos que trabajan de limpiabotas, de barberos, de mecánicos ajustadores y mecánicos electricistas, y, los más, de peones en la construcción, llevando gavetas de mortero sobre la cabeza en complicados equilibrios sobre los andamios. Algo más útil que el escribir y que también les da más dinero, más dinero que al Candel, se entiende. (...).
El José, manobra sin trabajo, insistió en una ocasión:

- Dime cómo comienza la novela, la primera línea, al pie de la lera.

- ¿Para qué?

- Por na. Yo quiero saberlo.

Los otros amigos lo disuadían.
- No seas pelma.
- Vosotros os calláis. Vosotros no entendéis. Vosotros...

El Francisco Candel, el Candel, el Paco, como le llaman sus amigos, al final, un día, se lo dijo:

- Empieza así: Solloza en viento entre los pinos.

Ni más ni menos
El José, al pronto, calló, pero luego se repuso.
- El viento no solloza

El Candel se encogió de hombros.

- Como quieras.

Los demás dijeron:

- No seas pipa.
Y la cosa no pasó de ahí."

Donde la ciudad cambia su nombre
Francisco Candel (1957)

1 comentario:

Carme Sànchez Martín dijo...

Ahora que tenemos una nueva oleada de "otros catalanes" tod@s deberíamos releer a Paco y seguir su ejemplo.