Hoy he estado en la joyería de Vicens y Eva. Les quiero. Son un encanto juntos y por separado y además me han proporcionado la enorme satisfacción de poder decir que si yo tuviera pareja me gustaría que funcionase como la suya... pero fuuuuuumaaaaaan todo el rato. Están tan unidos que cuando uno enciende un piti el otro le secunda. Preciosa imagen para enmarcarla en un corazón y añadirle un par de angelotes con arco, fechas y carcaj. En mi etapa de pre-ex-fumadora me resulta un poco difícil no ponerme nerviosita ante tanto humo a mi alcance y he de concentrarme en repetirme "no fumo... no fumo... ¡no fuuuuuumooooo, caramba!" (en vez de "caramba" iba a poner "coño", pero he considerado que no quedaba fino para el cyber y lo he omitido.) Antes de escribir esta nueva entrada me he dado una vuelta por la Escuela Eroski para dejarde fumar, que aunque no sea mi libro de cabecera (ese es "Peter y Wendy") me ayuda a pensar en otra cosa y a reafirmarme en la decisión. El sábado celebraremo el cumple de Vicens y volveremos a ser dos no-fumadores --su hijo de diez años Isaac y yo-- contra ellos y otras dos chimeneas, Marta y Xavi. Ah, por cierto, Marta sigue intentando dejar el cigarrillo pero el coco se le resiste y va acumulando mierda en el cuerpo. Va a ser un sábado estupendo (fiesta, risa, alcohol...) pero tensito. Volveré a caer en la comida. Y encima he prometido llevar canelones. Haré una bandeja de más, para cuando el hambre de madrugada ataque, que atacará. ¿Y si llevo pipas? Con no escupir las cáscaras en la alfombra...
Nota: He empezado a hace dieta. Cada gramo de menos es una "colina de la hamburguesa".
Nota 2: ¿Si digo que siento cierto placer, leve e inconcreto, ante el apocalipsis que se prepara para los fumadores en 2006 estoy siendo más mala que chunga, o las dos cosas?
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