domingo, 8 de febrero de 2009

Tercer día tras la quimio: peor de

lo previsto, o sea, he vuelto a pecar de optimista. Ayer, segundo día tras la sesión, mi esqueleto huyó del cuerpo y éste, convertido en guiñapo, se acurrucó en la cama sin energía. Solo logré ponerlo en marcha una hora, para ocuparme de mi madre por la noche. Hoy no he conseguido arrancar el motor hasta pasadas las 2 de la tarde. Ahora vuelvo a estar desparramada en el sillón, con Indiana encima y mi madre en su silla de ruedas. Todo controlado. A ver si aguanto así hasta la hora de su cena.
Espero levantarme mañana ya sin náuseas, mareos y con el esqueleto de nuevo en su sitio. Menudo cobarde, huir así, a la primera de cambio. Menos mal que mi quimio es casi de juguete. Ahora soy incapaz de pensar en aquellas personas para las que esta terapia es mucho más que una prevención, como es en mi caso.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin que te me ofendas, hay un dicho en mi tierra que me responde al momento de preguntarme muchas cosas: "La carga hace andar al burro". ¡Fuerza!

Carme Sànchez Martín dijo...

Molts petons i molta energia positiva ... pensa que això passarà aviat...

Anónimo dijo...

Amparo, qué putada! Pensaba que ibas a librarte de la quimio...
Te llamo esta noche! Un besito.

Sílvia.

Amparo dijo...

Anónimo, no sólo no me ofendo en absoluto sin que sumo la fuerza que me envías, aunque no nos conozcamos :-))