He ido a donar sangre, a ver si ya tenía hierro suficiente y sí, hasta níquel me han encontrado (eso es de chupar la puerta de la nevera las noches que no recuerdo la combinación del candado.) El hombre-médico me ha pinchado un dedo, me ha tomado tanto la presión en el brazo que casi me abomba el cráneo y, tremendo momento protocolario, me ha preguntado el peso. Yo le he contestado "42 años" y le he ofrecido una sonrisa patética de "te lo escribo en un papelito, por favor". Él hombre-médico ha levantado una ceja y, menos mal, una comisura del labio, así que en una explosión de emotividad le he explicado que he dejado de fumar (con las orejas gachas) pero, profesional inflexible como pocos me ha vuelto a preguntar "¿peso?". Entonces, a lo Norma Desmon, le he dicho "68, 69, 72... ¡qué más da!" y el hombre-médico ha anotado en mi ficha "68". He vuelto a sonreírle, pero esta vez ya normal.
2 comentarios:
Oye, pásale mi teléfono!
(ah no, que yo ya tengo uno en casa...) Lo malo es que el mío apuntaría 72, con sonrisa pero 72... en fin, un día de estos voy a inaugurar mi propio blog contando mis esfuerzos por dejar el KinderBueno... Que mal lo llevo, por Dios!
Reina, que te quiero y te admiro por tus 3 meses... Que lo sepas! y si necesitas piruletas, yo te las subvenciono. Que lo sepas también.
Amparo, te tengo redicho lo enganchada que estoy a tu dietario de fumadora no practicante, y cuántísimo admiro lo que hay detrás, pero es que esta pieza es... ¡¡¡He tenido que esperar a parar de reírme para escribir, por los espasmos!!! Tu sigue que esto hay que publicarlo, no sé cómo pero ésto hay que publicarlo. Encara farem calers!
Besitos y apretones en el antebrazo de los que a mí me gustan :) Duaita
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