martes, 26 de diciembre de 2006

Bueno, pues no pasó lo que esperaba aunque

tampoco voy a quejarme, que ya estoy un poco harta de oírme. El viernes por la noche al llegar a casa encontré un correo-e diciéndome que no había sido la escogida para el trabajo al que postulaba. Me permití un rato de pena desconsolada que pasó más rápido de lo que esperaba y empecé a pensar ya en mañana, porque se presenta agitado. Por la mañana empiezo la formación (¡ja!) para bregar por las mañanas con clientes cabreados de una empresa líder del sector energético. En un descanso llamaré a la ETT para darme de baja del trabajo de la tarde, porque el día 2 de enero empiezo la formación (¡ja!) para bregar por las tardes con ciudadanos cabreados de la ciudad donde resido. Por la mañana un trabajo y por la tarde otro. Como trabajaré algunos sábados en ambas empresas tendré días libres entre semana, que espero poder invertir en entrevistas para otros trabajos. ¿Quiero quedarme el resto de mi vida en el telemárquetin? No. ¿Es, por ahora, la mejor opción? Sí, porque no me da ni medio dolor de cabeza y voy ingresando y cotizando, y porque hoy por hoy no soy capaz de encontrar nada más. La jornada es monstruosa, cierto, pero no es peor que las que he hecho en otros trabajos durante largas temporadas y encima teniendo que sonreír. En telemárquetin no es necesario. Tampoco es que premien el que vayas soltando espumarajos de rabia; digamos que con ser correcta es suficiente.

El otro día, en mi casi-ex-trabajo, estuve charlando con una teleperadora con la que estuve durante una semana mampara por mampara. La chica vende seguros de vida, repatriación y entierro a inmigrantes, con lo cual puedes imaginar mis caras ante algunas de sus conversaciones sobre el más allá con los posibles clientes. Unas muecas más tarde la chica fue riéndose y rindiéndose y se dejó interrogar. En posteriores encuentros en el comedor de empleados ha ido explicando más cosas. En el último café compartido me contó, feliz, que iba a cobrar un pico de comisiones justo antes de Navidad. En un punto de la conversación le hice una de mis preguntas estúpidas: "Pero esto del telemárquetin es para salir del paso ¿no? Quiero decir que buscarás algo más...", a lo que me contestó muy seria y algo perpleja "No, ¿por qué?" Allí recuperé cuerda como pude al vislumbrar el abismo que se abría ante mi pata y musité "no se... como has estudiado Corte y confección..." a lo que la chica respondió que en esta empresa estaba muy a gusto, quizá porque en la anterior la habían tratado muy mal, que con el tiempo podía subir a coordinadora y luego a supervisora y que, además, el trabajo le gustaba. A partir de ahí me limité a "ajá", "claro que si", que bien", sin aventurarme más y desde entonces estoy dándole vueltas a esa conversación. A veces la ambición no es buena, no "suma" que diría un ex-jefe que tuve que en ocasiones creía ser una lechuga. En la vida hay momentos y momentos. Yo estoy en el de esperar agazapada y practicar la calma que me permite conocer a personas deliciosas. Estoy viviendo una cura de humildad no buscada pero que empiezo a apreciar. Apenas llevo un mes en la empresa que dejaré el viernes y ya se que echaré en falta a varias compañeras. Espero que a ellas les pase lo mismo conmigo porque al final eso es lo que nos queda.

1 comentario:

Laura Abella dijo...

A veces nos sorprende que hay gente que ve la vida y tiene "mabiciones" "metas" muy diferentes a las nuestras. De todo se aprende y hablando, escuchando, preguntando ( por el orden inverso, claro, jaja) más.

Suerte en estos días de tránsito en que estás ahora (si no he entendido mal). Suerte para el 2007.

un saludo