miércoles, 26 de noviembre de 2008

En un hospital, las nueve de la noche equivalen

a las dos de la madrugada, hora humana. Bueno, estar ingresada está siendo menos malo de lo que pensaba, claro que aún no me han sajado, me han permitido cenar lo que una mente perversa considera normal (pescado rebozado frío y verdura) y es la primera vez que me acuesto en una cama articulada. Casi acabo como relleno de un bocadillo de colchón por hacer el imbécil con el mando. He de reconocer que tanto la habitación como el servicio son estupendos.

Me ha interrogado una auxiliar, una enfermera, otra enfermera y más tarde otro auxiliar travestido ha venido a depilarme el pecho. Tras aclararle que mi apellido no es Magila le he retado a encontrar un sólo pelo fuera de su sitio (cabeza, cejas, pestañas) y me ha reconocido, con un deje de envidia, que estoy perfecta. ¡Pelos a mi!

Me ha dicho que me duche a las seis de la mañana. No le he contado que a esa hora podría ahogarme bajo la alcachofa porque mis funciones automáticas como respirar aún no se han reincoporado a mi cuerpo desde donde sea que vayan a bailar la conga cuando duermo. Sólo le he dicho que si me operan a las once, ducharme a las seis es inútil.

Me ha dicho que me despertarán a esa hora para que me duche y que yo misma. Qué obsesión con la ducha.

Acaban de pincharme una inyección para la circulación y me han preguntado si llevo prótesis dental. Empiezo a temer que me hayan confundido con mi vecina de habitación, Mercedes, 84 dicharacheros años, con la que comparto bicho en la misma teta. Vaya, ella en la suya y yo en la mía, pero ambas en la derecha. No ronca. Es un buen presagio.

Mañana el bicho habrá muerto y pasado o el otro, si no tengo fiebre ni ninguna otra complicación (las hay a montones, pero yo ni caso) me largarán a casa. A ver si es verdad. La cama articulada mola, pero ni punto de comparación con la mía, tan grande.

Antes de tomarme las drogas adormideras regalo de la casa voy a ver si me meto entre pecho y espalda un par de capítulos de la sexta temporada de El ala oeste de la casa blanca. Ñam.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

"He de reconocer que tanto la habitación como el servicio son estupendos."

Eres un genio del sarcasmo, Amparo.

Un besazo y a disfrutar de esas drogas, que son legales y van incluídas en el precio.

Laura Abella dijo...

Un petó y que todo vaya bien. Eso de ducharse a las seis de la mañana....aaaaaaahhhhhhhhh

Eva dijo...

La verdad es que contado así,hasta les van a dar un premio de turismo.
Un besazo guerrera.

Anónimo dijo...

Te envío mucha energía positiva!! Seguro que todo va a ir muy bien!

Eva dijo...

A mí también me tocó lo de la ducha hace un mes y, cuando llegué al quirófano ya iba depiladita pero allá estaban con una maquinilla para hacerlo por si no había sido obediente.
Una cosa, si te hace ilu que te anestesien haciéndote contar diez nueve ocho siete... hay que pedirlo, si no, es sin avisar. Eso sólo entra en el servicio infantil.
Y las complicaciones a ti ni se te acercan, anda que no... Y además con internet, cómo cambian las estancias hospitalarias...

foscardo dijo...

Ducharse a las 6 de la mañana!!! Uff