mientras, de pie, trataba de no chocar con nadie en el autobús. Iba mirando las musarañas cuando un pensamiento ha venido de la nada y se ha instalado dos segundos largos y hondos: "creo que ahora podría fumar un cigarrillo y no pasaría nada". Hace 17 años pensé lo mismo a los seis meses de dejar el tabaco. Fume uno y ya no paré hasta hace apenas nada.
Esta vez han pasado veinte meses hasta que el pensamiento verdemoco se ha materializado. O soy más sabia o mi mente va más lenta. La gran ventaja es que ahora sé que sí pasa, y no me apetece volver a pasar por todos estos post de nuevo con lo que conlleva. No, no. Pero ¡qué cojonudo! el pensamiento verdemoco sigue ahí, dando vueltas, y dando por el saco también. Para compensar, le voy a hacer tal tortilla de patatas a mi madre que apuesto que después de cenar llamará a un notario de urgencia para testar a mi favor (de una vez por todas... )
A ver si el mandala me ayuda a mantener la serenidad.
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