hasta que repasando los reseseos he topado con unas cuantas entradas dando gracias al cielo por el fin de la campaña electoral y, de paso, despotricando contra los políticos. Todos lo hacen mal, todos son unos ladrones, ninguno tiene vergüenza. Hay dos cosas en esta vida con las que no podría ganarme la vida. Una es la neurocirugía y la otra la política. Ni tengo cerebro para tanta precisión, ni espíritu de servicio público. Sí, así es. Entre mis amigas y mis amigos soy el bicho raro que habla de política, porque la entiendo como una actividad principal para el desarrollo de las sociedades. Si la gestión de la res pública la dejásemos en manos de cuatro enteraos, nos luciría el pelo como en las reuniones de comunidad de propietarios. En mi escalera llegaron a pegarse por un "ponme allá unos apliques", que tampoco eran para tanto.
En política hay gente chunga, sí, como en cualquier parte. Y también hay muchas personas, la mayoría, que trabajan sin descanso para que todos avanzamos y vivamos mejor, pero no se les ve, no se les oye; se pasan el día currando.
En España tenemos suerte. Los de mi generación ya no recuerdan cuando a un homosexual se le podía detener y apalizar en una celda de cualquier comisaría por el hecho de serlo, aplicándole la ley de Vagos y Maleantes. Tampoco nadie recuerda cuando ir al médico estaba reservado a los que podían pagarlo, o cuando las mujeres, dada su condición de ser inferior que necesita tutela masculina, tenían que pedir permiso a sus maridos para sacarse el pasaporte, o sacar dinero del banco, por poner dos ejemplillos a vuela pluma.
Sí, en España tenemos mucha suerte y las mejoras nos caen del cielo. Pues va a ser que no. Casi siempre, los avances nacen de grupos de personas que se organizan, ya sea desde la base de los partidos, ya sea desde los canales de participación ciudadana que los hay, sólo hay que buscarlos. Este país no sería el mismo sin las asociaciones de vecinos de los 70 y 80, que se curraron de lo lindo obtener las condiciones estructurales y sociales mínimas, inexistentes en tantos barrios y que hoy nos parece de lo más natural: alcantarillas, alumbrado público, guarderías, farmacias, ambulatorios, transporte público... Y lo hicieron tanto contra los gobiernos franquistas como arrimando el hombro con los primeros ayuntamientos democráticos. Agruparse y trabajar para cambiar las cosas es política, se haga desde un Congreso de los Diputados, desde una AMPA o desde una entidad no lucrativa.
Es mucho más honrado decir que uno se queda al margen porque le importa un ardite el resto del mundo, y que ya tiene bastante con lo suyo, que declararse objetor de conciencia política cuando en realidad lo que pasa es que interesa poco o nada la comunidad. La única forma de cambiar las cosas es remangándose y poniéndose a trabajar junto a otras personas que quieran lo mismo. El resto es puro pataleo de bebé malcriado. Ah, y basta ya de decir que los gobiernos sólo "administran nuestro dinero", como si fuéramos rentistas decimonónicos. Los gobiernos (municipal, autonómico, estatal) trabajan en la dirección que les marca el programa electoral que nosotros votamos. Por eso quedarse en casa este domingo no es la mejor opción. Bueno, ya me he desahogado. Ea. Qué a gusto se queda una.
1 comentario:
Yo no me quedé en casa. Y además esta vez cambié mi voto en favor de un alcade socialista que me gusta y me inspira confianza. Ya por la noche cuando mirábamos los recuentos en TV3 me sentí muy triste y preocupada. Demasiado azulejo en el mapa peninsular, aunque me alegró ver que Catalunya estaba en rojo.
Y hoy, leyendo el diario, me ha tocado mucho los winflos ver que el capullo del PP que alcaldea en Pontons ha sido reelegido.
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