lunes, 20 de junio de 2005

Hay que ver

la de días que no actualizaba la página. Y es que he estado muy ocupada:
- durmiendo
- huyendo del mono
- viendo pelis only for your eyes
- huyendo del mono
- intentando no comer como una tragaldabas
- huyendo del mono
y en varias cosas más, todas por el estilo. Además, ando medio constipada, pero con una tos y unos mocos de los que suscitan el comentario "¡es que tienes que dejar de fumar, que esa tos es del tabaco!". Pues mira, listo, ya lo he dejado y no me constipaba así desde sexto de EGB, que pasé del metro cuarenta y cinco al metro cincuenta y tres actual. Un estirón, que decían las madres, y un pedazo de fiebre con alucinaciones incluidas. Entonces aún no fumaba. Debí empezar a tontear con el tabaco el verano de 6ºa 7º, entre los 12 y los 13 años.
El fin de semana sufrí los embates de la nicotina y aguanté, aunque me costó m-u-c-h-o. El sábado estaba en un bar y ¡salí a la calle a no fumar! Esto ya es lo último. Y es que la abstinencia me cambia el ritmo del Universo. Por ejemplo, estoy sufriendo un ataque de nicotina tal que fumaría cualquier colilla desconocida abandonada a su suerte y, sorpresa, alguien que me habla. Bla, requetebla, y tal y eso, ¡con un cigarrillo en la mano! Y yo contestando "anda", "mira", "caramba", aunque en realidad ni sé lo que me dice ni lo que le contesto porqué sólo tengo ojos para ese cigarrillo. Oye, y qué rabia dan los que te hablan con un cigarrillo entre los dedos ¡que ni siquiera han encendido! Voy sonriendo y asintiendo con la cabeza mientras pienso "¡pero no lo entretengas tontolahaba! ¡O te lo fumas o deja que corra!". Seguro que esos hacen lo mismo con los porros. Y esa es otra. El otro día pensaba ¿volveré a fumar porros? Mira, eso me importa menos porque es la droga más tonta que he consumido. Bueno, menos un par de veces que me pasaron un chocolate estupendo, de esos que dan risa y lo ves todo rosa, pero vamos, que no me importa demasiado. Lo más raro de todo es que me impongo una distancia mental tan grande que intento imaginarme fumando y se me hace extraño, a pesar de que aún, cuando salgo de casa, siento que el bolso va vacío.

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