Pues sí. Podría intentar quedar estupenda con un titular magnífico, pero tengo el cerebro licuado. El aire acondicionado pertenece a la zona de la casa que le tocó a mi madre en el reparto de bienes, así que me conformo con el ventilador asesino, porque ya van dos resfriados en quince días y porque un día sus palas dejarán de amenazarme con oscilaciones y caerán sobre una o dos de mis manos, cercenándomelas.
Estoy a dos días de empezar a contar el tiempo en meses d. C. (después de Camel) y empiezo a pensar seriamente en dejar de comer. En tres días no he engordado nada. Tampoco he adelgazado, vale, no es el momento de ponerse lírica, pero algo es algo.
Ahora mismo voy a por un vaso gigante de coke con hielo y mucho limón y me planto a terminar de ver "Mujeres desesperadas".
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